sábado, 13 de agosto de 2011

UN ANGEL QUE LLEGA AL CIELO

SUMINISTRADA / EL NUEVO DÍA
Este es el momento en el que la madre y su pequeños son bajados hasta Partidas al encuentro con una ambulancia.
 
 
Un recién nacido murió en Villahermosa a pesar de los esfuerzos del Cuerpo de Bomberos Voluntarios para que recibiera la debida asistencia médica.
El caso se presentó en la vereda Guayabal, sector rural de la localidad, situado a tres horas del casco urbano.
Efectivamente, el pasado jueves a las 3:00 de la tarde, Javier Bedoya, integrante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios recibió una comunicación en la que se le decía que una madre primeriza iba a dar a luz, pero no había forma de bajarla hasta el pueblo para que fuera atendida en el hospital.
La emergencia se presentó en una vereda de difícil acceso, a la que se accede en vehículo hasta cierto punto, pero de ahí en adelante hay que caminar por más de una hora y media.
“Fuimos a atender el caso, pero lamentablemente el niño murió”, dijo Bedoya.

Siete meses
Según se ha podido establecer, se trataba del primer hijo de una pareja integrada por una menor de 16 años de edad y un joven dedicado a labores del campo identificado como Alexánder Gómez.
Resulta que la madre comenzó a experimentar fuertes dolores de parto y todo indicaba que el bebé quería salir antes de lo estimado.
“Todavía no lo estábamos esperando, pues la madre tenía solamente siete meses de embarazo”, dijo uno de los testigos.
Cuando nace un bebé con tan solo siete meses de gestación es indispensable que tenga, en sus primeros 20 minutos de existencia y para garantizar su vida, la respectiva asistencia en lo relacionado con respiración artificial, además de contar con una unidad de cuidados intensivos neonatal para evitar cualquier contaminación con el ambiente.
Pues bien al no tener este tipo de asistencia especializada, el pequeño y su madre fueron trasladados por vecinos y los socorristas de bomberos por un camino bastante pedregoso y peligroso al encuentro de una ambulancia en el sitio Partidas.
Lo cierto es que una auxiliar de enfermería intentó ponerle un respirador al encuentro con la caravana, pero los incipientes pulmones del menor no respondieron adecuadamente y sus signos vitales se encontraban débiles, por lo que murió por un síndrome de deficiencia respiratoria en el traslado entre este sector y el centro médico.
El niño no toleró el intenso y pesado aire de la zona, situada a dos mil 100 metros sobre el nivel del mar, lo que aceleró el fatal desenlace.
La mujer, por las dificultades geográficas de la zona, nunca asistió a los respectivos controles en el hospital local Ismael Perdomo.
De todas manera, queda en evidencia, que en la localidad no hay equipos para atender este tipo de urgencias.

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